Por: Pauline Portefaix
Desde hace dos décadas, Francia ha identificado la falta de vivienda como una prioridad y ha formulado una política que prioriza el derecho a la vivienda y promueve el acceso inmediato a soluciones de vivienda en línea con el enfoque de Housing First. Sin embargo, a pesar del compromiso político, los datos de campo demuestran que, aunque aumenta la oferta de vivienda de primera, no deja de aumentar el número de personas sin hogar, algunas de las cuales son atendidas en dispositivos tradicionales como albergues o soluciones precarias informales, como los barrios marginales.
- La Delegación Interministerial para la Vivienda y el Alojamiento (DIAHL) ha desarrollado un programa innovador, en el que los modelos de intervención probados de vivienda integrada en la comunidad se prueban en territorios piloto y se extienden a otras áreas.
- A pesar de la retórica sobre los primeros principios de la vivienda a nivel central, continúa la oferta de servicios ‘institucionalizadores’, como alojamiento en albergues y servicios de emergencia.
- La financiación estatal todavía gasta mucho en entornos institucionalizados, mientras que la inversión en las primeras opciones de vivienda no ha aumentado a lo largo de los años desde la aprobación de la política.
- La resistencia a cambiar el modelo surge tanto del interés estructural de los proveedores de atención como de las y los profesionales que se resisten a para pasar del rol de proveedores de atención a facilitadores de la integración comunitaria.
- Más allá de la fuerte voluntad política articulada en la política nacional, la estrategia francesa para el sinhogarismo debe estar respaldada por medios financieros coherentes capaces de desarrollar una oferta suficiente de viviendas sociales con alquileres asequibles y de reforzar la movilización del parque privado con fines sociales.
- Para aumentar la tasa de primeras colocaciones de vivienda, se necesita un compromiso estratégico con las agencias de vivienda social para hacerlos parte de la estrategia y reducir las barreras de acceso, tanto formales como informales, para la transición hacia una vivienda segura.
- Housing First sigue siendo una cuestión de experimentos locales. La interpretación de la política nacional por la implementación en el terreno genera una amplia variedad de modelos de intervención, y no todos ellos respetan los derechos de la persona a vivir una vida autodirigida en la comunidad.
- Tanto escalar sistemáticamente con inversiones decisivas como un aprendizaje integral de políticas siguen siendo asignaturas pendientes.
- La política sigue siendo reactiva y evita abordar la prevención de la pérdida de vivienda, y por lo tanto llegada a la situación de sinhogarismo. Por ejemplo, mediante intervenciones tempranas en caso de riesgo de desalojo, y políticas más estructurales de control de alquileres y acceso a vivienda asequible en general.
- Las personas sin derechos de residencia o con derechos de residencia incompletos representan un número importante de personas en situación precaria de vivienda. Se les niega el acceso a la vivienda social y, a menudo, se ven obligados/as a abandonar el mercado de la vivienda privada. A pesar de las terribles condiciones, son invisibles para la estrategia nacional.